VIVANZA ROSA PASTEL

Existe un rumor que habita entre espacios, entre labios y orejas, entre distintas personas, sin nombre propio, ni tuyo ni mío, circula en el entre sin firma de autor. Dice ese rumor que hubo una travesti matancera en los albores del 2001 que cayó presa una veintena de veces, en el encierro leyó lo que no puedo en la esquina. La travesti de familia numerosa, hermana de trece, la primera travesti de sus tres hermanes trans, supo organizar a compañeras que estaban solas y sumó a otres a volar de imaginación política. De sangre y melena indígena, Diana Sacayán con la carpeta bajo el brazo tocó la puerta del despacho una y mil veces, hasta delinear el sueño, el instrumento, la ley, la inscripción en el código civil. Y se hizo Ley N° 27.636 de Acceso al Empleo Formal para personas Travestis, Transexuales y Transgéneros "Diana Sacayán-Lohana Berkins" que regula y exige la inserción en el mercado laboral a les condenades, por la dignidad del sustento y contra el destino de la muerte joven. El logro lo inició en la provincia de Buenos Aires en el 2015, luego llegó el asesino que no le permitiera ver que en la Nación su deseo fuera también reglamentado.

Diana Sacayan ofrece un amparo en su nombre incluso después de su travesticidio.

Dicen también que este enorme lugar llamado “La Matanza” toma su nombre por la visión de un río caudaloso teñido en sangre. Una sangre que podría provenir de los mataderos de vacas y cerdos situado siempre al margen del epicentro de la gran ciudad de las luces o tal vez, dicen otros, se tratara de la sangre derramada de indígenas que peleaban para evitar ser despojados. El texto anti rosista y emblema pedagógico de la identidad nacional que pretendía denostar sus raíces, El matadero de Esteban Echeverría inscribe, invierte y fija otro mito fundacional: la sangre derramada proviene de trabajadores de pieles del color de la tierra fértil que cortan y limpian las achuras: la chusma peligrosa. Echeverría fija la idea de que la chusma es la amenaza de la Nación Moderna, ya no quien trabaja y ofrece el alimento, sino aquella masa torpe, bárbara, sucia, incapaz, irracional y vaga. De allí que fragmentado, en el piso de esta sala, se encuentran los retazos de citas de aquella injuria sistemática que continúa.

Los grabados originales de Adolfo Bellocq, un artista visual perteneciente a la agrupación Artistas del Pueblo y uno de los primeros en indagar sobre la negritud en la iconografía del arte de nuestro país se encuentran por primera vez expuestos en el Museo Histórico Municipal Brig. Gral. Don Juan Manuel de Rosas. Estas piezas pertenecen al acervo de la colección del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti. Se trata de pequeñas ilustraciones por encargo que acompañarían la edición del texto de Esteban Echeverría. Mediante un procedimiento formal, el artista, desliza un cambio de paradigma, un sutil corrimiento sobre lo que El Matadero quería instalar, delineando una chusma alegre y potenciada. También podemos erguirnos sobre algunas frases del libro, pisarlas o ignorarlas, para que el ojo observe en las paredes un pequeño archivo familiar, político y documental de Diana Sacayán, reconstruido en base a los tesoros que guarda su hermano Say, los sobres que se encuentran archivados en la colección del Diario Crónica perteneciente a La Biblioteca Nacional Mariano Moreno, y las acciones que registra la militancia.

Un primer ejercicio de memoria que intenta resignificar la ausencia a causa de su muerte violenta, un ensayo que busca recordar la vitalidad de lucha ante el horror de su travesticidio.

Con esta muestra ensayamos una alternativa a las matanzas, para que tal vez sean vivanzas, para trocar rojo sangre por rosa pastel.